“Si vivimos en una sociedad del espectáculo su base estructural es la coreografía”
– Mårten Spångberg
La tercera edición de Connecting the Dots se pensó originalmente para un mundo sin pandemia. En esos momentos nos propusimos resaltar el papel de la danza y la coreografía como elementos de transformación y resistencia frente a una sociedad alienada, autómata, dependiente de las tecnologías digitales y regida por un capitalismo brutal. El COVID-19 llegó para quedarse, poniendo de revés nuestras vidas y maneras de relacionarnos, para luego instalarnos en la paradoja de una rutina llena de incertidumbre y de mayor saturación mental debido al consumo excesivo de información y contenidos digitales.
Como muchos otros proyectos culturales, hemos tenido que adaptarnos a la pandemia y repensar nuestros formatos, tiempos y actividades. A pesar de tener que adoptar una digitalidad casi forzada, vemos más necesario que nunca seguir hablando de danza, y en especial, de la práctica de la coreografía. En esta tercera edición de Connecting the Dots, nos enfocamos en la coreografía no necesariamente como una técnica ligada a la creación de espectáculos de danza contemporánea para espacios escénicos tradicionales, sino como una metodología mucho más amplia que se sitúa y atraviesa otras disciplinas artísticas, científicas y sociales. Creemos que la naturaleza de la coreografía no se limita solamente al territorio del baile, a lo dancístico. La coreografía es también un instrumento para la transformación social desde la que se pueden pensar y articular nuevos lenguajes, protocolos y relaciones, así como nuevas maneras de habitar el espacio público. Apostamos por la práctica de la coreografía como un campo de pensamiento, estudio y creación interdisciplinar en el que suceden conexiones con otros campos como la cartografía, la arquitectura, la escritura, la música y la ecología.
El enfoque de este año toma como inspiración las ideas del coreógrafo y teórico de la danza Mårten Spångberg, quien destaca la coreografía “como un campo expandido de prácticas experimentales y procesos creativos que se activan desde diversos formatos y herramientas expresivas”. En palabras de Spångberg: “El futuro pertenece a la coreografía, pero sólo si reconoce su potencialidad como capacidad expandida. La coreografía no es el arte de hacer danzas (un conjunto direccional de herramientas), es un conjunto genérico de capacidades que se aplican a cualquier tipo de producción, análisis u organización. La coreografía no es el arte de hacer danzas, es un medio complejo de acercarse al mundo”.
También tomamos como referencia parte de las premisas de la corriente artística denominada como “arte relacional”, que fue puesta en circulación por el curador francés Nicolas Bourriaud. Esta corriente se caracteriza por dar una mayor importancia a las relaciones que se establecen entre y con las personas a quienes se dirige la dinámica artística. Hablar de arte relacional nos remite a la década de los 90. Esta corriente nació en la época de la World Wide Web, donde las relaciones humanas se vieron afectadas debido al creciente uso de medios electrónicos así como medios masivos de comunicación. En esa época, la respuesta de una gran cantidad de artistas ante esta situación fue la de generar propuestas que tuvieron como premisa las relaciones humanas y su contexto social. Para la tercera edición de Connecting the Dots presentamos prácticas que, aunque mediadas por la pantalla, optan por hacer uso de la coreografía para tejer afectos y relaciones sociales; crear espacios de cuidado y escucha; y proponer nuevas narrativas y enfoques que rompan con lo establecido. Este año hemos trabajado de manera muy cercana con tres coreógrafas de México en la realización de dos proyectos. A través de su trabajo, podemos apreciar cómo desde la coreografía y la danza se llevan a cabo procesos de cuidados, escucha, reconexión y vinculación con sí mismas, con las demás personas y con el mundo que nos rodea. Al apoyar su trabajo buscamos entender los conocimientos, saberes, memorias y relaciones que se generan a través de las experiencias del cuerpo. También buscamos mostrar modos de creación que sitúan otras corporalidades y los cuidados en el centro del proceso creativo.
El trabajo de Nadia Lartigue, Juan Francisco Maldonado y Mariana Arteaga trasciende el campo de la creación. Impulsan, a través de sus proyectos, nuevas formas de investigación-acción, de colaboración interdisciplinar y de difusión de los lenguajes emergentes en el arte contemporáneo. Sus proyectos nos ayudan a imaginar sistemas sociales basados en valores como la empatía, la solidaridad, la colaboración, el cuidado y la participación ciudadana.
Cabe destacar que el programa cuenta con la participación de diferentes artistas y profesionales del mundo de la danza y de la cultura, además de estudiantes y trabajadores de distintos oficios del Centro Nacional de las Artes para actividades como la conferencia, un documental de nueva creación y la muestra de videodanza. Su aportación enriquece la presente edición de Connecting the Dots con miradas, conocimientos y sensibilidades muy diversas.
Desde Connecting the Dots queremos agradecer a todas las personas que han participado en esta edición. Sin su esfuerzo, interés y entusiasmo, nada de esto hubiese sido posible.
Carmen Salas
Fundadora, directora y curadora de Connecting the Dots